martes, 26 de agosto de 2008

RECURSOS DE PROVINCIA

Dos errores (uno editorial, el otro de cita) concurren para generar el título de este volumen de cuentos.

El primero de ellos tiene que ver con “Prólogos con un prólogo de prólogos”, de Jorge Luis Borges, en la versión de Alianza Editorial (España, 1998). Allí, en el índice, en vez de “Recuerdos de provincia” se lee “Recursos de provincia” (indicando la página 197, y aludiendo al prólogo y notas de Borges para la edición de dicho libro de Sarmiento de Emecé Editores de 1944, incluida en la colección El Nacional).

La segunda errata refiere más al sentido que a la tipografía. Vale -para esto- citar “Respiración artificial” de Ricardo Piglia.

“La primera página del Facundo: texto fundador de la literatura argentina”, dice Renzi, hay ahí “una frase en francés: así empieza”. Esa cita, Sarmiento se la atribuye a Fourtol; ante lo cual Groussac, sigue Piglia (Renzi) “hace notar que Sarmiento se equivoca. La frase no es de Fourtol, es de Volney”. Por lo que, concluye Piglia (Renzi) “la literatura argentina se inicia con una frase escrita en francés, que es una cita falsa, equivocada. Sarmiento cita mal”.

La edición del “Facundo” del Centro Editor de América Latina (Buenos Aires, 1967) abre, en página par y luego de la “Advertencia del autor” de 1845, con dicha cita: “On ne tue point les idées. Fortoul”. Y debajo, interlineado de por medio: “A los hombres se degüella; a las ideas, no. Fortoul”.

Como sabemos, la traducción más popular es: “Las ideas no se matan”. Algo que así se lee “en la escuela”, según Renzi.

El hecho es que, esta larga sucesión de nombre y citas, confluye en una tercera diferencia: mientras que en la edición del “Facundo” del se da como autor de esa línea a Fortoul (ministro de educación de Napoleón III entre 1851 y 1856), en “Respiración artificial” (Anagrama, 2005) es Fourtol: muda la letra “u” de anteúltima (sexta) a predecesora de la “r” (cuarta).

Sea, quizás esto último, por parte de Piglia, una fabulosa invención, la continuidad -esta vez a través de la ironía, la parodia- de esa extensa serie de frases apócrifas y préstamos equivocados. Por lo cual, la acumulación de errores (voluntarios o no) se vuelven ahora innumerables.

Piglia continúa, así, ese profuso encadenamiento de inexistencias, supuesto o fingimientos, siendo el tercer eslabón que comenzara con Sarmiento y continuara con Borges.

Dice Renzi: “Ahí está la primera de las líneas que constituyen la ficción de Borges: textos que son cadenas de citas fraguadas, apócrifas, falsas, desviadas”; la “paródica de una cultura de segunda mano”. Borges “clausura por medio de la parodia [del error sarmientino] la línea de la erudición cosmopolita y fraudulenta” del Siglo XIX.

Este conjunto de relatos es, entonces, posiblemente, una parte más de esa larga cadena de errores.

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